Sin madrugar mucho y tras desayunar en la casa azul como es costumbre nuestra, vamos hacia
Poncebos, para hacer la primera etapa de nuestra travesía. Esta primera etapa, en principio
era la más sencilla de todas, aunque alguno acabamos con secuelas, de este día. La ruta del
primer día consistía en salir de Poncebos y llegar hasta Posada de Valdeón, concretamente a
los Llanos de Valdeón, donde está el albergue en el que nos quedaríamos.
Dejamos el coche en el aparcamiento que hay junto al funicular, que estaba vacío cosa normal
ya que era un miércoles, pero a la que estamos poco acostumbrados a ver. Comenzamos la
“Ruta del Cares” y ya en el primer tramo, que sube hasta un alto, tuvimos los primeros
problemas, y es que uno de nosotros, que aun llevaba la sudadera puesta y tras una rápida
ascensión, sufrió la primera y única pájara de la travesía. Tras reponer fuerzas bebiendo un
poco de agua y quitándose la sudadera, se recobraron las fuerzas y pudimos proseguir el
camino, recorriendo la bonita, transitada (porque aunque fuera un miércoles y no hubiera casi
gente en el aparcamiento, estaba había bastantes personas haciendo la ruta, casi todos
extranjeros) y repetida ruta del cares que ya la habíamos hecho varias veces (ida y vuelta como
diría alguno que intenta presumir de sus pocas hazañas montañeras).
Tras comer el bocadillo partimos hacia Posada de Valdeón, unos ratos por pista y otros por
carretera hasta llegar a nuestro destino. Allí tras refrigerarnos nos instalamos en el albergue,
nos damos una ducha de agua tirando a fría y vamos a cenar un poco de queso de Valdeón y
un mítico bocadillo de chorizo frito, ¡¡¡BRUTAL!!!
DIA 2.
Este es el día en el que mayor desnivel tendríamos que superar, ya que después de llegar a
Cordiñanes, tendríamos que afrontar la larga subida hasta el refugio de Collado Jermoso. En el
comienzo de la ruta, ya tuvimos problemas y es que nos pasamos como dos buenos zoquetes,
el desvío en el que se comienza a subir por AsotÍn. Después de casi escalar (la verdad, es que
había un cable, aunque parecía más una vía ferrata que un camino) y pedir consejo por
teléfono a nuestro guía que no pudo venir a la marcha, bueno... todavía hay alguno que dice
que nos dejo tirados, ¿quién será?
Cuando encontramos el camino correcto (indicado con marcas de PR, lo que dije, nos
equivocamos como zoquetes) comenzamos a subir a un buen ritmo, para recuperar el tiempo
perdido subiendo cuestas y persiguiendo falsos caminos. Pasando por lugares espectaculares,
por caminos labrados en la roca, bosques de hayas, hasta llegar a la Vega de Asotín, donde hay
una vista increíble del macizo occidental.
Aun nos quedaba bastante por subir, ya que teníamos que subir hasta el collado Solano, donde
tendríamos el primero de muchos encuentros con rebecos, tras esto atravesamos la Traviesa
de Congosto (mucho mas tendida) hasta llegar al último repecho antes de alcanzar el refugio.
Aquí comenzamos a encontrarnos los primeros neveros, en el tramo más complicado, pues la
pendiente y el terreno en algún momento nos hicieron trepar un poco por la roca ya que el
supuesto camino estaba tapado por la nieve, también es verdad que justo delante nuestro
paso otro grupo de montañeros, que dejaron sus huellas en la nieve y solo hubo que seguirlas.
Una vez en el refugio vimos como nuestros “guías” era el mismo grupo que compartió
albergue con nosotros en Posada de Valdeón (el sábado tenían pensado correr “El Cainejo”) y
que esa noche también iban a compartir cena (por cierto, la cena estaba impresionante, cocina
de autor en Collado Jermoso) y techo con nosotros. Esta noche nos fuimos pronto a la cama ya
que el día siguiente prometía ser duro y aun no teníamos muy claro por dónde íbamos a ir, ni
como estaría el terreno).
DIA 3.
Desayunamos y decidimos emprender el camino. Al final, optamos por ir hasta la Colladina de
las Nieves y de ahí bajar por la canal de San Luis a El Cable, que al menos uno de nosotros
conocía el recorrido. Tras un primer tramo hasta Las Colladinas en el que una pala de nieve nos
hizo sudar más de la cuenta, por la pinta que tenía más que por lo dura que fuese. Desde aquí
fue prácticamente todo una cómoda bajada por nieve, hasta llegar a la Vega de Liordes.
Bajamos hasta la Vega de Liordes, porque una vez más nos saltamos el desvío marcado con
jitos que salía a nuestra izquierda y que nos llevaría a la Colladina de las Nieves. Así que nos
toco subir de nuevo hasta el desvío. Ya solo nos quedaba por delante la ultima y gran subida
del día, pues subir a este collado impresiona más de lo que en realidad es, además con nieve
se sube muy cómodamente, aunque siempre conlleva un esfuerzo y más cuando cargas con
una mochila de 4 días.
Tras la interminable bajada de la Canal de San Luis, llegamos a El Cable donde cominos y sin
mucho tardar fuimos hacia Áliva, con la esperanza que el Hotel estuviese abierto y tomar algo
tranquilamente allí, pasando la tarde. Mira que habríamos bajado veces la pista de Aliva, pero
nunca nos había costado tanto como esta, uno con ampollas en los pies y el otro con un pie
dolorido con el que casi no podía ni pisar (aun no sé porque sería, pero el dolor duro como una
semana más o menos). Por fin llegamos al hotel y para nuestra sorpresa y decepción resulta
que estaba cerrado, así que terminamos pasando la tarde, echando la siesta, buscando
cobertura por Áliva y montando la tienda, que para algo habíamos cargado con ella.
DIA 4.
Último día, a priori el más sencillo, ya que solo quedaba bajar por la pista hasta el invernal del
Texu, pasando por las Vegas del Toro. De aquí subiríamos hasta el Collado de Pandébano (que
larga se hace siempre esta subida), bueno realmente un poco más, ya que en Collado Jermoso
adquirimos el pasaporte de “El Anillo de Picos” decidimos subir hasta el refugio de La
Tenerosa, para tener un sello más.
Una vez aquí, ya casi pensando que lo teníamos hecho, quedaba aun la bajada hasta Poncebos,
pasando por Bulnes donde tomaríamos un refrigerio. La bajada se hizo eterna, la
recordábamos más corta de lo que en realidad fue, aunque eso seguramente sea porque ya
estábamos deseando llegar y veníamos ya destrozados.
Al final nos quedamos con la sensación de haber hecho una pedazo ruta, muy bonita y pese a
como acabamos, deseando hacer otra travesía de estas.