lunes, 5 de junio de 2017

Ruta Poncebos-Urriello-Cabrones-Sotres-Poncebos

Tras varios meses, y perdón por la tardanza, me arranco en estas líneas a describir otra ruta realizada por el club, a finales de mayo, ni mas ni menos, aunque bien parecía, marzo por el buen tiempo que nos acompañó. De hecho esa misma semana comenzaba con una ligera tirantez ya que el pornóstico no era favorable pero en contra de lo que opiné, hay que volver a pensar que al mal tiempo buena cara, y como dice un buen amigo y compañero -"A la montaña vamos incluso cuando hace buen tiempo" Gracias a la persistencia de un par de integrantes del club continuamos con la realización de la ruta si bien a mitad de la misma tuvimos que reconfigurarla por ese buen tiempo que nos acompañaría.

Primera Etapa

Partiendo de Puente Poncebos, donde dejamos el coche, comenzamos la ruta creuzando el puente de la Jaya y ascendiendo por la canal del Tejo hacia nuestra primera parada en el pueblo de Bulnes. Al pasar por la salida del funicular surgió la sana curiosidad de ver como era por dentro, si bien todos coincidimos que el precio no rentabilizaba la bonita subida que acabábamos de culminar.

  
La ruta ahora transcurre por la canal de Balcosín, donde poco a poco nos vamos adentrando en una suave niebla que nos va empapando poco a poco, si el sudor no era suficiente ya a estas alturas. Tras el paso de La Garganta que nos lleva al Jou Bajo vamos cogiendo altura mediante la Canal de Camburero. Es al final de esta canal, junto a la Majada de Camburero donde decidimos almorzar.



Unos minutos antes de parar la niebla parecía dispersarse dejándonos ver el cielo azul y bajo este las cimas de la Collada Tíes y Peñas de las Cuestas. Un preludio de lo que tras la comida pudimos contemplar: un fabuloso mar de nubes bajo nuestros pies y por fín la vista de la mole sobre el refugio de Úbeda, el imponente Urriello que domina desde lo alto la subida. Aunque aún nos quedaba un rato, el poder ver hacia donde te diriges impulsa las piernas y hacer que el peso de la mochila parezca menor.


La estela de banderillas de color rojo que habian sido colocadas para la prueba de la Traveserina se desviaba hacia el Jou Lluengo, mientras nosotros nos mantenemos en altura en dirección al refugio. Tras un par de pasos un tanto sinuosos, el último origen de algún que otro accidente, nos encontramos nuestra meta para el primer día. Una merecida cena y una agradable sobremesa, amenizada por las múltiples y curiosas anécdotas de un gran montañero y anfitrión Tomás, con varias décadas dedicado en los Picos de Europa, daban pie al descanso necesario para disfrutar de otro día más.




Segunda Etapa

El día no iba a dar mucho de sí y lo esperado llegaba. El amanecer carecía de la luz del sol y en su lugar unos sonoros truenos nos daban los "Buenos Días". Tras el desayuno y la preparación de los petates, en conversación con Tomás decidimos desistir de atravesar la canal de la Celada para descender desde la Collada Bonita por Moñetas a las Vegas del Toro. En su lugar, un camino ya para algunos conocido, por lo que la niebla no plantearía tanto riesgo como la ruta proyectada, nos permitiría enlazar Urriello con Sotres, aunque dando un rodeo importante.


Cambiamos lo desconocido por kilómetros y comenzamos el ascenso tras el último trueno, hacia la brecha de cazadores. En este pequeño tramo de la ruta nos acordamos de las anécdotas de Tomás, sobre todo de un accidente de dos excursionistas por hacer caso omiso a sus advertencias a cerca de coger este camino con tormenta. ¿Como puede ser que por la noche nos cuente cómo le cayó un rayo a dos excursionistas y a la mañana siguiente nos animase a coger esa misma ruta? Mejor no pensarlo demasiado y confiar en el instinto, en que la tormenta había pasado y solo quedaba la niebla y la lluvia.

Aprovecho estas líneas para expresar mi rechazo a la conducta de uno de los accidentados, el que sobrevivió, que lejos de volver a agradecer a Tomás su intervención, jugándose la vida para poder prestarle una mano, se acercó años después reclamándole el importe de la mochila que este le cortó para que su cuerpo, agarrotado por la corriente que le había paralizado, pudiese entrar en la camilla que lo alzaría al helicóptero que le rescató de tan negro día. Conductas inexplicables pero ciertas.

Pasada la brecha de cazadores y atravesada la Horcada Arenera descendimos siguiendo los hitos y las marcar entre la niebla, las rocas y los pocos neveros que quedaban hasta el Jou de los Cabrones, donde pudimos tomar un café caliente para desentumecer los músculos sin uso y fríos por el viento y el agua en compañía del guarda del Refugio  de Lueje en Cabrones. Aprovechamos para afienzar nuestro conocimiento de la ruta charlando con él hasta que decidimos que iba siendo hora de continuar con el camino, ya que aún nos faltaba mucho que pasar.


Ascendimos lo poco que quedaba ya para enfilar la cuestra del Trave hacia Amuesa. El agua ya ni se sentía ya que no nos quedaba seco ni un rincón de nuestro cuerpo. Y pese al mal tiempo nos encontramos un grupo de excursionistas en dirección contraria, subiendo desde Amuesa en dirección a Cabrones. Llegados a Amuesa solo nos quedaba descender a Bulnes por la Canal del mismo nombre, que da paso a los Llanos del Torno. No veíamos el momento de parar a comer, tal y como sucedió tiempo atrás con esta bajada, aunque la vez anterior lo que agobió fue el calor en lugar del agua. Llegados a la Villa, tras atravesar el Castillo, comimos donde el día anterior hubiésemos parado a tomar las once. Esta vez eran las tres.

Para las tres y media reanudamos la marcha, ansiosos por llegar a la pensión donde poder quitarnos la ropa y cambiarla por una ducha caliente y ropa seca. Para ello debíamos remontar el regato de la Jelguera, atravesando Cantiellu, La Jelguera y Entremosquines para ascender al Collado Pandébano. Para entonces, las prisas por no perder la final de la Champions nos desviaban del pensamiento de pasar por el refugio de la Tenerosa y poder sellar el pasaporte que algunos acabábamos de comprar en Úbeda y en que que tan solo habíamos sellado en Urriello y en Cabrones. Para otro día si acaso, hoy lo importante era deshacerse de la calada de agua que llevábamos. El camino se ensanchó al llegar a la pista que nos llevaría a los invernales del Texu y se transformaría en carretera al llegar al cruce de la pista con la asfaltada que venía de Tielve y nos acercaría a Sotres.


A la entrada del pueblo me esperaban todos deseosos de saber cual era el hostal escogido, y tuve que buscarlo porque no recordaba el nombre... Como no tenía que ser el mas alejado de la entrada al pueblo, pero por unos metros más no nos íbamos a quejar. Hostal La Perdiz: ya al llegar empezó bien cuando por prudencia entré a preguntar si nos dejaban quitarnos las botas y la ropa más mojada en el garaje y la dueña nos indicó que como íbamos a hacer eso, que adelante, sin dudarlo. Una cálida bienvenida que fue aún así mejorando, con el trato familiar y atento del personal del hostal, la calidad de su comida y la comodidad del mismo.

Dejamos bien recogido el baño, después de que pareciese que había entrado un regimiento, pero somos gente ordenada y pedimos incluso escoba y recogedor, no podíamos dejarlo así. Nos dejaron bajar a la estufa del salón las botas y todo lo que quisiésemos dejar secando. Éramos si bien los únicos que no habían anulado reserva pese al tiempo. Eso también se agradece, pero de qué manera... Un lugar sin duda que recomendar a todo el que pueda pasar una o mil noches en Sotres y alrededores. Ese día descansamos de verdad.

Tercera Etapa... y última.

Ya solo nos separaba del final la elección del camino a recorrer: bien volver por Pandébano a Bulnes y desandar lo andado, o bien usar el sendero que forma parte de la ruta circular entre Tielve y Sotres y recorrer el que une Poncebos con Tielve. Dado que no gusta volver a hacer lo que ya se ha recorrido, escogimos el segundo, que por otro lado ninguno conocíamos. Y fue grata la elección por las vistas que contemplamos.


El día estuvo gris, igual que el anterior, pero sin niebla al menos. El camino en algunas partes se estrechaba mucho por algún que otro alud de piedras, pero aun es caminable, pese a que un kilómetro antes de Tielve obligue a ir por carretera.


En Tielve preguntamos por el camino y una señora muy amable nos dijo que lo recordaba fatal, con un paso peligroso de bajada que tenía incluso alambrada de contención de piedras y que cuando lo recorrió lo pasó mal. Sin embargo la señora de la pensión El Duje le replicaba que nos veía más que preparados para ese camino.


Hicimos caso a la segunda y nos marchamos por el sendero. Un camino que nunca sospeché que uniría Tielve con Poncebos pero que daba otra visión del angosto valle, pasando por las Pozas, bajo la Pradera Portuguesa y terminado el último tramo de la bajada de la Canal de La Rumiada para salir a la central eléctrica de Poncebos, antes del túnel. También muy recomendable la ruta sobre todo con buen tiempo por las vistas.



Una ruta lejos de la programada pero que no desmejora nada. Una buena experiencia que no hubiese disfrutado de no ser por el obstinado de mi cuñado. Todo hay que decirlo. Gracias cuñado. Y gracias también a los compañeros de esta y muchas otras rutas, las pasadas y las que nos quedan por descubrir.

Para ver el resto de las fotos pinchad aquí.