Esta ruta comenzó con un madrugón de los ya estamos desacostumbrados y con dos
mierdas, ya que se supone que íbamos a asistir 5 a la ruta y solo nos presentamos 3. Uno
fue una mierda literalmente ya que paso todo el día y noche anterior sentado en el trono,
por lo visto. El otro, se rajó por la noche tras varias escusas (que si rodadas, que si el
tiempo, que si la época del año, etc), avisándonos que no contásemos con él, ya que
había pasado la semana de vacaciones y estaba muy cansado como para darse ese
madrugón. Pero como somos buena gente lo perdonaremos, ya que es la primera tirada
de barco que nos hace. Esperemos que nos lo compense preparando la próxima ruta del
club.
Tras realizar prácticamente todo el viaje de noche y ver de la que estábamos llegando
como amanecía sobre los Picos, llegamos al collado de Pan de Carmen (¿sería que una
pastora haría pan aquí? Estaría bien conocer la historia de este nombre), y menos mal,
porque si hubiésemos dejado el coche en los Lagos de Covadonga, la ruta se hubiese
alargado al menos una hora entre ir y volver.


Eso si, las vistas son espectaculares, ya que se trata de un cortado en el
que da vertigo asomarse. Desde aquí pudimos a ver a la perfección en trazado de rutas
como la Senda de la Jocica o la Senda del Arcediano, que las tenemos relativamente
recientes, así como el Cantu Cabroneru en medio de ambas, el cual aún tenemos
pendiente (aviso a navegantes!! o a miembros del club en este caso).

Una cumbre que aunque pase raspando lo 2.000 m tiene unas vistazas increíbles y que
por cierto no tiene buzón o al menos aquel día no lo tenía, porque parece ser que lo hubo.
Así que no quiero meter presión, pero igual tenemos que poner nuestro primer buzón en
un 2.000 de Picos, lo digo por si alguno se anima, ya que la cima en la que pusimos
nuestro primer buzón fue muy criticada: “que si aquí no viene nadie”, “que si es una cima
muy fea”, “que si no llega a los 2.000 m”, etc. etc. Se que el hombre del caldero estaría
dispuesto a volver a cargar con ello.
Descendemos de la cumbre (por el camino correcto, nada que ver por donde nos
habíamos metido para subir) y paramos a comer en el refugio de Ordiales donde hace
algo menos de viento.
Ya solo nos quedaba regresar hasta el coche, aunque no sin antes
parar a repostar agua en Vegarredonda, donde casi nos comen unos perros que
custodiaban el refugio como si algo súper valioso se guardase en su interior, aunque
realmente lo que querían era meter un poco de ruido.
Finalmente llegamos al coche en hora y con ganas de hacer una paradita en nuestro
querido Royal III para merendar y ver las novedades que tienen en su obrador.
El resto de las fotos las puedes ver aquí