lunes, 5 de junio de 2017

Ruta Poncebos-Urriello-Cabrones-Sotres-Poncebos

Tras varios meses, y perdón por la tardanza, me arranco en estas líneas a describir otra ruta realizada por el club, a finales de mayo, ni mas ni menos, aunque bien parecía, marzo por el buen tiempo que nos acompañó. De hecho esa misma semana comenzaba con una ligera tirantez ya que el pornóstico no era favorable pero en contra de lo que opiné, hay que volver a pensar que al mal tiempo buena cara, y como dice un buen amigo y compañero -"A la montaña vamos incluso cuando hace buen tiempo" Gracias a la persistencia de un par de integrantes del club continuamos con la realización de la ruta si bien a mitad de la misma tuvimos que reconfigurarla por ese buen tiempo que nos acompañaría.

Primera Etapa

Partiendo de Puente Poncebos, donde dejamos el coche, comenzamos la ruta creuzando el puente de la Jaya y ascendiendo por la canal del Tejo hacia nuestra primera parada en el pueblo de Bulnes. Al pasar por la salida del funicular surgió la sana curiosidad de ver como era por dentro, si bien todos coincidimos que el precio no rentabilizaba la bonita subida que acabábamos de culminar.

  
La ruta ahora transcurre por la canal de Balcosín, donde poco a poco nos vamos adentrando en una suave niebla que nos va empapando poco a poco, si el sudor no era suficiente ya a estas alturas. Tras el paso de La Garganta que nos lleva al Jou Bajo vamos cogiendo altura mediante la Canal de Camburero. Es al final de esta canal, junto a la Majada de Camburero donde decidimos almorzar.



Unos minutos antes de parar la niebla parecía dispersarse dejándonos ver el cielo azul y bajo este las cimas de la Collada Tíes y Peñas de las Cuestas. Un preludio de lo que tras la comida pudimos contemplar: un fabuloso mar de nubes bajo nuestros pies y por fín la vista de la mole sobre el refugio de Úbeda, el imponente Urriello que domina desde lo alto la subida. Aunque aún nos quedaba un rato, el poder ver hacia donde te diriges impulsa las piernas y hacer que el peso de la mochila parezca menor.


La estela de banderillas de color rojo que habian sido colocadas para la prueba de la Traveserina se desviaba hacia el Jou Lluengo, mientras nosotros nos mantenemos en altura en dirección al refugio. Tras un par de pasos un tanto sinuosos, el último origen de algún que otro accidente, nos encontramos nuestra meta para el primer día. Una merecida cena y una agradable sobremesa, amenizada por las múltiples y curiosas anécdotas de un gran montañero y anfitrión Tomás, con varias décadas dedicado en los Picos de Europa, daban pie al descanso necesario para disfrutar de otro día más.




Segunda Etapa

El día no iba a dar mucho de sí y lo esperado llegaba. El amanecer carecía de la luz del sol y en su lugar unos sonoros truenos nos daban los "Buenos Días". Tras el desayuno y la preparación de los petates, en conversación con Tomás decidimos desistir de atravesar la canal de la Celada para descender desde la Collada Bonita por Moñetas a las Vegas del Toro. En su lugar, un camino ya para algunos conocido, por lo que la niebla no plantearía tanto riesgo como la ruta proyectada, nos permitiría enlazar Urriello con Sotres, aunque dando un rodeo importante.


Cambiamos lo desconocido por kilómetros y comenzamos el ascenso tras el último trueno, hacia la brecha de cazadores. En este pequeño tramo de la ruta nos acordamos de las anécdotas de Tomás, sobre todo de un accidente de dos excursionistas por hacer caso omiso a sus advertencias a cerca de coger este camino con tormenta. ¿Como puede ser que por la noche nos cuente cómo le cayó un rayo a dos excursionistas y a la mañana siguiente nos animase a coger esa misma ruta? Mejor no pensarlo demasiado y confiar en el instinto, en que la tormenta había pasado y solo quedaba la niebla y la lluvia.

Aprovecho estas líneas para expresar mi rechazo a la conducta de uno de los accidentados, el que sobrevivió, que lejos de volver a agradecer a Tomás su intervención, jugándose la vida para poder prestarle una mano, se acercó años después reclamándole el importe de la mochila que este le cortó para que su cuerpo, agarrotado por la corriente que le había paralizado, pudiese entrar en la camilla que lo alzaría al helicóptero que le rescató de tan negro día. Conductas inexplicables pero ciertas.

Pasada la brecha de cazadores y atravesada la Horcada Arenera descendimos siguiendo los hitos y las marcar entre la niebla, las rocas y los pocos neveros que quedaban hasta el Jou de los Cabrones, donde pudimos tomar un café caliente para desentumecer los músculos sin uso y fríos por el viento y el agua en compañía del guarda del Refugio  de Lueje en Cabrones. Aprovechamos para afienzar nuestro conocimiento de la ruta charlando con él hasta que decidimos que iba siendo hora de continuar con el camino, ya que aún nos faltaba mucho que pasar.


Ascendimos lo poco que quedaba ya para enfilar la cuestra del Trave hacia Amuesa. El agua ya ni se sentía ya que no nos quedaba seco ni un rincón de nuestro cuerpo. Y pese al mal tiempo nos encontramos un grupo de excursionistas en dirección contraria, subiendo desde Amuesa en dirección a Cabrones. Llegados a Amuesa solo nos quedaba descender a Bulnes por la Canal del mismo nombre, que da paso a los Llanos del Torno. No veíamos el momento de parar a comer, tal y como sucedió tiempo atrás con esta bajada, aunque la vez anterior lo que agobió fue el calor en lugar del agua. Llegados a la Villa, tras atravesar el Castillo, comimos donde el día anterior hubiésemos parado a tomar las once. Esta vez eran las tres.

Para las tres y media reanudamos la marcha, ansiosos por llegar a la pensión donde poder quitarnos la ropa y cambiarla por una ducha caliente y ropa seca. Para ello debíamos remontar el regato de la Jelguera, atravesando Cantiellu, La Jelguera y Entremosquines para ascender al Collado Pandébano. Para entonces, las prisas por no perder la final de la Champions nos desviaban del pensamiento de pasar por el refugio de la Tenerosa y poder sellar el pasaporte que algunos acabábamos de comprar en Úbeda y en que que tan solo habíamos sellado en Urriello y en Cabrones. Para otro día si acaso, hoy lo importante era deshacerse de la calada de agua que llevábamos. El camino se ensanchó al llegar a la pista que nos llevaría a los invernales del Texu y se transformaría en carretera al llegar al cruce de la pista con la asfaltada que venía de Tielve y nos acercaría a Sotres.


A la entrada del pueblo me esperaban todos deseosos de saber cual era el hostal escogido, y tuve que buscarlo porque no recordaba el nombre... Como no tenía que ser el mas alejado de la entrada al pueblo, pero por unos metros más no nos íbamos a quejar. Hostal La Perdiz: ya al llegar empezó bien cuando por prudencia entré a preguntar si nos dejaban quitarnos las botas y la ropa más mojada en el garaje y la dueña nos indicó que como íbamos a hacer eso, que adelante, sin dudarlo. Una cálida bienvenida que fue aún así mejorando, con el trato familiar y atento del personal del hostal, la calidad de su comida y la comodidad del mismo.

Dejamos bien recogido el baño, después de que pareciese que había entrado un regimiento, pero somos gente ordenada y pedimos incluso escoba y recogedor, no podíamos dejarlo así. Nos dejaron bajar a la estufa del salón las botas y todo lo que quisiésemos dejar secando. Éramos si bien los únicos que no habían anulado reserva pese al tiempo. Eso también se agradece, pero de qué manera... Un lugar sin duda que recomendar a todo el que pueda pasar una o mil noches en Sotres y alrededores. Ese día descansamos de verdad.

Tercera Etapa... y última.

Ya solo nos separaba del final la elección del camino a recorrer: bien volver por Pandébano a Bulnes y desandar lo andado, o bien usar el sendero que forma parte de la ruta circular entre Tielve y Sotres y recorrer el que une Poncebos con Tielve. Dado que no gusta volver a hacer lo que ya se ha recorrido, escogimos el segundo, que por otro lado ninguno conocíamos. Y fue grata la elección por las vistas que contemplamos.


El día estuvo gris, igual que el anterior, pero sin niebla al menos. El camino en algunas partes se estrechaba mucho por algún que otro alud de piedras, pero aun es caminable, pese a que un kilómetro antes de Tielve obligue a ir por carretera.


En Tielve preguntamos por el camino y una señora muy amable nos dijo que lo recordaba fatal, con un paso peligroso de bajada que tenía incluso alambrada de contención de piedras y que cuando lo recorrió lo pasó mal. Sin embargo la señora de la pensión El Duje le replicaba que nos veía más que preparados para ese camino.


Hicimos caso a la segunda y nos marchamos por el sendero. Un camino que nunca sospeché que uniría Tielve con Poncebos pero que daba otra visión del angosto valle, pasando por las Pozas, bajo la Pradera Portuguesa y terminado el último tramo de la bajada de la Canal de La Rumiada para salir a la central eléctrica de Poncebos, antes del túnel. También muy recomendable la ruta sobre todo con buen tiempo por las vistas.



Una ruta lejos de la programada pero que no desmejora nada. Una buena experiencia que no hubiese disfrutado de no ser por el obstinado de mi cuñado. Todo hay que decirlo. Gracias cuñado. Y gracias también a los compañeros de esta y muchas otras rutas, las pasadas y las que nos quedan por descubrir.

Para ver el resto de las fotos pinchad aquí.

lunes, 29 de mayo de 2017

Camino Lebaniego 2017

Este año, con el arranque del año Jubilar Lebaniego, desde el club nos organizamos para volver a realizar esta peregrinación en las mismas etapas que la última vez. Aunque por falta de días, en esta ocasión redujimos los días eliminando la primera etapa, desde Santander a Santillana. Por ello la ruta quedó así:

ETAPA 1: SANTILLANA DEL MAR – SAN VICENTE DE LA BARQUERA

Tras los jaleos de ver cómo íbamos y volvíamos de nuestros puntos de salida (Santillana del Mar) y partida (Santo Toribio de Liébana), nos plantamos el jueves, 25 de mayo, en Santillana, sin mucha idea de por dónde empezar a andar así que ya tuvimos que tirar de wikiloc para que nos echase un cable (a todo esto decir, que sin saber la dirección correcta, ya mandamos por donde no era a un pequeño grupo de peregrinos, que finalmente acabo encontrando el camino ya que nos les cruzaríamos mas adelante), además, pensábamos sellar la credencial en la oficina de turismo para marcar en ella nuestro punto de partida, pero aun era demasiado pronto, por lo tanto buscando un sitio donde nos sellaran (y eso que uno era “Amigo de Paradores”) perdimos algo más de media hora hasta que conseguimos que nos sellaran en el Ayuntamiento.

Con todo listo comenzamos a andar, siguiendo El Camino de Santiago del Norte, ya que esta etapa discurre en su totalidad por esta otra ruta de peregrinación. Sin salir de Santillana mientras intentamos rodar un video, que fue un fracaso, una oriunda del lugar nos indica que es mentira que Santillana sea la “Villa de las Tres Mentiras”, ya que tiene mar en la playa de Ubiarco, su colegiata recibe su nombre de Santa Juliana y lo de llana… pues bueno, al menos no son 3 las mentiras. Pero bueno tampoco nos dijo nada que no supiésemos.

La etapa en su mayor parte es por carretera, lo cual desanima un poco, pero por otro lado intentamos darle caña para hacerlo cuanto antes. Pasamos por Oreña y de ahí a la ermita de San Pedro, donde volvemos a fracasar en nuestro intento de sellar la credencial. Continuaríamos por Caborredondo dirección Novales, localidad a la que no llegamos porque nos desviaríamos hacia Cigüenza, por cierto otro sitio en el que no conseguimos sellar. Camino a Ciguenza vimos bajar una cuesta a otro grupo de peregrinos andando de espaldas, no sé de donde vendrían, pero llegamos a la conclusión que esos a Santiago no llegaban.

Cuando el sol comenzaba a apretar con ganas llegamos a Cóbreces, lugar en el que llevábamos pensando desde algún día antes de comenzar el Camino Lebaniego, porque estábamos decididos a comprar las 11 allí. Como no, queso de Cóbreces, y es más, compramos un queso que no duro hasta el último día cuando pensábamos comprar solo para ese día, todo por el miedo que nos metió el vendedor a que nos quedáramos cortos. De todas maneras, se disfruto y fue un acierto.

Tomamos las once en la playa de Luaña y proseguimos hacia Ruiloba, pasando por varios tramos por los que discurre la “Marcha del Norte”, que se realiza en Trasierra y en la que participamos algunos miembros del club en febrero. Subimos hasta el pueblo o barrio (algunos aun no saben diferenciarlo muy bien y como añadamos aldea ya ni os comento) de Concha desde el cual se toma una pista (la única de todo el día), que nos llevo hasta Comillas, donde comimos, tras alguna conversación sobre política y Revilla con algún turista.

Por la tarde continuamos nuestro camino, saliendo de Comillas entre el palacio de Sobrellano y la Universidad Pontificia, para cruzar la ría de La Rabia cerca ya de la playa de Oyambre. Tuvimos que ascender hasta Santa Ana, un barrio de El Tejo, donde rememoramos alguna partida de bolos un poco paralítica la anterior vez que hicimos el Camino Lebaniego hace ya 10 años. Más adelante bajaríamos hasta el campo de golf de Santa Marina, el cual atravesamos para continuar hasta San Vicente bajo un sol de justicia que no hacía más que castigarnos. Alli en San Vicente nos estaba esperando en el albergue una señora, que en cuanto nos vio llegar nos soltó: “No hay sitio en el albergue, está lleno. Pero no os preocupéis que yo tengo un piso”, esto cuando el albergue está en la parte más alta del pueblo, para llevarnos a un piso que no sale más caro que el albergue y sin desayuno (encima casi nos comen las galletas del desayuno), por lo menos pillamos cama.

ETAPA 2: SAN VICENTE DE LA BARQUERA – LA FUENTE

Comenzaron a salir ampollas, dolores de espalda y había algún tobillo tocado, pero el segundo día y con la etapa más larga por delante, madrugamos y nos pusimos en marcha hacia La Acebosa y Hortigal, localidad desde la que el Camino la anterior vez que lo hicimos subía al Collado de Bielva y de ahí bajaba a Cades. Ahora en vez de subir hasta allí, hace un rodeo, continuando por Serdio, hasta Muñorrodero localidad en la que el Camino Lebaniego, al fin se separa del Camino de Santiago. Desde aquí lo siguiente fue tomar la senda fluvial del Nansa, donde vimos a las 2 primeras peregrinas que encontramos haciendo el Camino Lebaniego aunque la verdad es que no parecían peregrinas, aunque más tarde nos enteramos que las llevaban la mochila a los albergues (así cualquiera).

A mitad de la senda fluvial, esta la Cabaña de Javi (no del nuestro), mítico chiringuito para hacer una parada y repostar fuerzas. Además, nos vino de lujo para cobijarnos bajo una sombrilla de la lluvia. El bueno de Javi nos recomendó que siguiéramos por la senda fluvial hasta casi llegar a Cades, ya que el camino el último tramo de senda lo recorre por carretera. La verdad es que la senda se nos empezó a hacer larga y recordarnos a la ruta de los Puentes de Ucieda (a la cual alguno tiene pavor por lo eterna que se hace, cuando estás haciendo “Los 10000 del Soplao”), pero he de decir, que ir por la carretera hubiese sido mucho peor.

Cuando llegamos a Cades buscamos una fuente, cosa que no había, aunque si que cuenta con pista de pádel. Tras coger agua en una casa, comimos y nos preparamos para lo que nos esperaba a la tarde, unos 13 kilómetros de carretera.

Caminando por la carretera, donde alguno tubo que parara por el camino para estirar su maltrecha espalda, ante la atónita mirada de un lugareño que se debió pensar que sufría problemas mayores, llegamos al cruce que hay entre Quintanilla de Lamasón y Sobrelapeña. Aquí tuvimos que debatir, ya que las fuerzas empezaban a escasear si ir a Quintanilla a comprar la comida del día siguiente i jugárnosla a continuar en dirección a Sobrelapeña para ir al albergue que estaba en La Fuente, un poco más lejos aun. El problema era que no recordábamos si teníamos que retroceder una vez en Quintanilla hasta el cruce en el que nos encontrábamos (ya que implicaría un kilometro mas para nuestras piernas) o por el contrario podríamos ir directamente hacia La Fuente desde Quintanilla. Pues bien el debate fue zanjado cuando paso un coche al que preguntamos si había camino directo, y el paisano la verdad es que nos animo diciéndonos que lo había y que en el supermercado tendríamos de todo. La verdad es que en el supermercado había pocas cosas donde elegir, aunque llamaba la atención la cantidad de cortaúñas que tenían. Por lo menos unos de nosotros se hizo amigo de un gato un poco pulgoso, de la que hacíamos la compra.

Una vez hecha la compra y tentados con ir a las fiestas de Río, que eran esa noche, pusimos rumbo a Sobrelapeña pasando por la iglesia de Quintanilla, lugar en el que dormimos hace 10 años entre terribles ronquidos (una noche dura), para seguir por carretera hasta La Fuente.

El albergue de La Fuente, que como siempre suele ocurrir, se encontraba al lado contrario del pueblo por el que llegamos, no acogió desde el primer momento gracias al trabajo del ayudante del hospitalero, una persona con gran experiencia en El Camino y en los albergues de peregrinos, ya que no era el primero en el que hacía de hospitalero. Poca gente se alojaba. Un italiano que compatió un compeed para poder tratar una de las ampollas que acumulábamos, y tres chicas que no llegamos a ver ya que llegaron de noche y cuando marchamos dormían junto con el siciliano. Un plato de potaje de verduras nos aportó la energía necesaria para recuperar la gastada en el día. La cama nos dió el descanso suficiente.

ETAPA 3: LA FUENTE – POTES

El desayuno fue más ligero de lo que estamos acostumbrados por lo que partimos ligeros como pájaros. Esta era la etapa reina del camino, no la más larga pero si en la que mayor desnivel hay que sortear, etapa que en la anterior ocasión no conseguimos completar en su totalidad. Tras seguir las recomendaciones del ayudante de hospitalero, subimos por la carretera hasta Burio y cogimos la pista que al principio asciende muy pendiente para llegar a la Collada de Hoz y bajar hasta Cicera. En Este pueblo nos damos cuenta que han vuelto a modificar el camino respecto al del anterior Año Santo. Vemos que hay una indicación en una señal de madera que indica hacia la derecha y que libra, dando un rodeo una de las mayores subidas que hay que hacer. Nosotros como somos muy burros y nos gusta seguir el original hacemos caso de las antiguas flechas rojas, que aún se conservan pintadas en los muros, para adentrarnos por el valle de Peñarrubia y subir al collado de Arceón donde tenemos como recompensa una estupenda panorámica con Picos de Europa de fondo.

Bajamos hasta Lebeña, lugar en el que la anterior vez tomamos una vía alternativa para llegar a Potes, pero esta vez dispuestos a completar el camino en su totalidad, tras tomar las 11 para reponer fuerzas y sellar la credencial en la iglesia de Santa María de Lebeña, un ejemplo de arte mozárabe a nivel nacional, tiramos hacia Allende y de ahí, a Cabañes por una pista, con bastante pendiente que sube zigzagueando hasta este ultimo pueblo (mas tarde nos enteraríamos, por el quesero de Pendes, que había otro camino por el río Rubejo era que comunicaba antiguamente ambos pueblos y que era mucho más bonito que la pista por la que subimos. En Cabañes, tras otro lío de cruces (Las nuevas indicaciones del Camino Lebaniego nos mandaban en dirección Sotres, por lo que tuvimos que fiarnos de las antiguas flechas rojas pintadas) fuimos hasta el Castañar de Pendes, lugar en el que comimos o mejor dicho picamos algo, ya que no habíamos podido comprar pan ese día.

A la tarde lo que quedaba era llegar a Potes, para ello tuvimos que bajar a la ermita de San Francisco y de allí seguir la recta e interminable pista o carretera según el tramo que llevaba a Potes, donde nos alojaríamos en el albergue, que es encontraba en los míticos bajos de Potes que han pasado de lugar donde tomar copas a albergar a peregrinos exhaustos. Completado queda la etapa más bonita y dura de todo el Camino Lebaniego.



ETAPA 4: POTES – SANTO TORIBIO

Al fin el ultimo día, de nuestro camino. Parece que hasta los dolores han mitigado y que se han repuesto fuerzas, eso, o que solo quedan 3 kilómetros y llegamos. Tras buscar un sitio en el que desayunar, comenzamos la subida hacia el monasterio de Santo Toribio de Liébana, al que haciendo un último esfuerzo llegamos para certificar nuestro camino, el cual, hasta la chica que puso el sello en la credencial que confirma que lo hemos completado, se sorprendió que lo hiciéramos desde Santillana, en vez de San Vicente, donde comienza la mayoría de personas. Al fin pudimos ver la Santa Cruz y culminar la peregrinación.

En el camino hemos disfrutado con cosas como los paisajes (mucho mejores que los del Camino de Santiago sin duda), la compañía y la satisfacción de completar el camino tras los percances que nos iban ocurriendo, pero no todo es bueno, como los codazos y prisas por ver la Santa Cruz, los postes de wifi instalados por el Gobierno de Cantabria que solo sirven para que esa casa de Cades, que se encuentra junto al poste, tenga Wifi gratis (un gasto inútil, ya que solo se puedo usar están junto al mismo poste y encima alguno no funcione) y lo peor de todo que haya indicaciones que no marque bien el camino (incluido el de Santiago en los mojones que marcan ambos caminos).

Por último agradecer a las personas que han hecho posible que pudiésemos realizar este Camino Lebaniego 2017, con sus desplazamientos y vehículos.


¡¡¡BUEN CAMINO!!!

El resto de fotos en los álbumes del club, aquí.

martes, 14 de marzo de 2017

IV GP de Isla Trail Ecoparque de Trasmiera


El Domingo 26 de Febrero pudimos disfrutar de la IV edición del Trail Ecoparque de Trasmiera (Gran Premio de Isla) una de las pruebas con mas encanto y fama de Cantabria. La jornada comenzó pronto, sobre las 08:30 quedamos en el Hotel/Apartamentos La Bolera de Isla para repartir los dorsales a los andarines Zalo y Sergio que comenzaban el recorrido a las 09:00. La carrera de los runners estaba prevista a las 10:45 donde saldrían Jose Luis y Javi para completar la participación del club de montaña.


El recorrido se inicia desde la pista cubierta sita en el pueblo de Isla y tras unos metros de asfalto (que son bastantes escasos durante todo el trayecto) se mete de lleno en el Ecoparque de trasmiera, atravesando el interior del molino de mareas de Sta. Olaja, con vistas espectaculares. A la dcha. (monte cincho) a la izq. (marismas). Justamente después atravesamos el pueblo de Soano y recorriendo un par de fincas privadas cedidas para el evento y una pista de tierra, llegamos a los pies de la sierra de Castillo (km5), ahí empezaría una gran subida al monte, esta vez contaba con mucho menos barro que otras ediciones. No es un paisaje muy bonito, pista embarrada de tierra y oculta en el bosque, tras 5 km más, conseguimos descender a la carretera general de Arnuero (km 10) para sin apenas descansar, emprender la subida del monte Cincho (icono del municipio).

 Al llegar a la cruz que marca la cima del monte Cincho, disfrutamos gracias a unos amigos voluntarios de la organización de una melodía de gaitas que te ayuda en el ultimo aliento de subida. Inmediatamente comienza una bajada técnica de barro y piedras hasta la mies de Isla, que va a parar al casco histórico de dicho pueblo que coincide con el ecuador del trail ( km 14), allí estuvimos descansando 2 minutos para coger fuerzas en el gran avituallamiento solido y liquido mientras recibíamos los ánimos de los amigos y familiares que ahí se encontraban para darnos fuerzas. Tras reponer algo de fuerzas comienza la parte más rápida del recorrido, un sube y baja sin ningún desnivel importante que transcurre por el pueblo de Arnuero, concretamente por la ría de Castellanos.

Unos kilómetros después volvemos a entrar en Isla para descubrir el avituallamiento solido del puesto Milka (chocolatina) situado en la playa de la Arena de Isla (playa más accesible de España). Ahora nos adentramos en la ultima parte del trail, últimos 7 km por la senda costera que transcurre desde la playa de la Arena hasta la del Sable dando alguna vuelta de tuerca de más que la hace mas extensa como la pendiente del observatorio de las Aves. Un sube y baja con cuatro desniveles positivos que obligan a dejar de correr a la mayoría de los runners, convirtiéndoles en andarines provisionales debido al numeroso esfuerzo que suponen. Sin duda la parte mas bonita y dura de la prueba.


Tras pasar la pendiente del miador de Corporales y la de las aves, inicia el ya famoso “km de la muerte” que te conduce a la antena de Isla. Allí acaba por fin el desnivel positivo y solo queda bajar al campo de San Sebastián por el barrio de Calleja de Gracedo, se supone que es un placentero descanso de dejarse caer pero debido a la fatiga acumulada, al final nunca es un agradable paseo de rosas. Finalmente llegas a la cuesta de la depuradora, la cual, gracias a Dios hay que bajar y encaminas la ultima recta del sable a la meta situada en el Hotel Astuy.

Estos últimos 300 metros cada año son más bonitos, fruto del decorado, música y los cientos de animadores, familiares y amigos que están esperándonos, en esa recta se olvida el sufrimiento, el cansancio y algún dolor que otro y consigues sacar una bonita sonrisa de cara a la meta para agradecer a la organización que también se encuentran allí para recibirte. Descansas con el último avituallamiento, ves a los amigos y la promesa hecha durante el camino de no volver más a una carrera de este tipo se convierte en un “hasta el año que viene” 


Lo demás, nos duchamos, alguno como Josete se dio un masaje y disfrutamos todos de la comida en “familia” y la puesta en escena en la pista cubierta. Echamos unas risas y comentamos los ratos de diversión que al final es lo que buscábamos!