Este año, con el arranque del año Jubilar Lebaniego, desde el club nos organizamos para volver a realizar esta peregrinación en las mismas etapas que la última vez. Aunque por falta de días, en esta ocasión redujimos los días eliminando la primera etapa, desde Santander a Santillana. Por ello la ruta quedó así:
ETAPA 1: SANTILLANA DEL MAR – SAN VICENTE DE LA BARQUERA
Tras los jaleos de ver cómo
íbamos y volvíamos de nuestros puntos de salida (Santillana del Mar) y partida
(Santo Toribio de Liébana), nos plantamos el jueves, 25 de mayo, en Santillana,
sin mucha idea de por dónde empezar a andar así que ya tuvimos que tirar de
wikiloc para que nos echase un cable (a todo esto decir, que sin saber la
dirección correcta, ya mandamos por donde no era a un pequeño grupo de
peregrinos, que finalmente acabo encontrando el camino ya que nos les
cruzaríamos mas adelante), además, pensábamos sellar la credencial en la
oficina de turismo para marcar en ella nuestro punto de partida, pero aun era
demasiado pronto, por lo tanto buscando un sitio donde nos sellaran (y eso que
uno era “Amigo de Paradores”) perdimos algo más de media hora hasta que
conseguimos que nos sellaran en el Ayuntamiento.
Con todo listo comenzamos a
andar, siguiendo El Camino de Santiago del Norte, ya que esta etapa discurre en
su totalidad por esta otra ruta de peregrinación. Sin salir de Santillana
mientras intentamos rodar un video, que fue un fracaso, una oriunda del lugar
nos indica que es mentira que Santillana sea la “Villa de las Tres Mentiras”,
ya que tiene mar en la playa de Ubiarco, su colegiata recibe su nombre de Santa
Juliana y lo de llana… pues bueno, al menos no son 3 las mentiras. Pero bueno
tampoco nos dijo nada que no supiésemos.
La etapa en su mayor parte es por
carretera, lo cual desanima un poco, pero por otro lado intentamos darle caña
para hacerlo cuanto antes. Pasamos por Oreña y de ahí a la ermita de San Pedro,
donde volvemos a fracasar en nuestro intento de sellar la credencial. Continuaríamos
por Caborredondo dirección Novales, localidad a la que no llegamos porque nos
desviaríamos hacia Cigüenza, por cierto otro sitio en el que no conseguimos
sellar. Camino a Ciguenza vimos bajar una cuesta a otro grupo de peregrinos
andando de espaldas, no sé de donde vendrían, pero llegamos a la conclusión que
esos a Santiago no llegaban.
Cuando el sol comenzaba a apretar
con ganas llegamos a Cóbreces, lugar en el que llevábamos pensando desde algún
día antes de comenzar el Camino Lebaniego, porque estábamos decididos a comprar
las 11 allí. Como no, queso de Cóbreces, y es más, compramos un queso que no
duro hasta el último día cuando pensábamos comprar solo para ese día, todo por
el miedo que nos metió el vendedor a que nos quedáramos cortos. De todas
maneras, se disfruto y fue un acierto.
Tomamos las once en la playa de
Luaña y proseguimos hacia Ruiloba, pasando por varios tramos por los que
discurre la “Marcha del Norte”, que se realiza en Trasierra y en la que
participamos algunos miembros del club en febrero. Subimos hasta el pueblo o
barrio (algunos aun no saben diferenciarlo muy bien y como añadamos aldea ya ni
os comento) de Concha desde el cual se toma una pista (la única de todo el día),
que nos llevo hasta Comillas, donde comimos, tras alguna conversación sobre
política y Revilla con algún turista.
Por la tarde continuamos nuestro
camino, saliendo de Comillas entre el palacio de Sobrellano y la Universidad
Pontificia, para cruzar la ría de La Rabia cerca ya de la playa de Oyambre.
Tuvimos que ascender hasta Santa Ana, un barrio de El Tejo, donde rememoramos
alguna partida de bolos un poco paralítica la anterior vez que hicimos el
Camino Lebaniego hace ya 10 años. Más adelante bajaríamos hasta el campo de
golf de Santa Marina, el cual atravesamos para continuar hasta San Vicente bajo
un sol de justicia que no hacía más que castigarnos. Alli en San Vicente nos
estaba esperando en el albergue una señora, que en cuanto nos vio llegar nos
soltó: “No hay sitio en el albergue, está lleno. Pero no os preocupéis que yo
tengo un piso”, esto cuando el albergue está en la parte más alta del pueblo,
para llevarnos a un piso que no sale más caro que el albergue y sin desayuno
(encima casi nos comen las galletas del desayuno), por lo menos pillamos cama.
ETAPA 2: SAN VICENTE DE LA
BARQUERA – LA FUENTE
Comenzaron a salir ampollas,
dolores de espalda y había algún tobillo tocado, pero el segundo día y con la
etapa más larga por delante, madrugamos y nos pusimos en marcha hacia La
Acebosa y Hortigal, localidad desde la que el Camino la anterior vez que lo
hicimos subía al Collado de Bielva y de ahí bajaba a Cades. Ahora en vez de
subir hasta allí, hace un rodeo, continuando por Serdio, hasta Muñorrodero
localidad en la que el Camino Lebaniego, al fin se separa del Camino de
Santiago. Desde aquí lo siguiente fue tomar la senda fluvial del Nansa, donde
vimos a las 2 primeras peregrinas que encontramos haciendo el Camino Lebaniego
aunque la verdad es que no parecían peregrinas, aunque más tarde nos enteramos
que las llevaban la mochila a los albergues (así cualquiera).
A mitad de la senda fluvial, esta
la Cabaña de Javi (no del nuestro), mítico chiringuito para hacer una parada y
repostar fuerzas. Además, nos vino de lujo para cobijarnos bajo una sombrilla
de la lluvia. El bueno de Javi nos recomendó que siguiéramos por la senda
fluvial hasta casi llegar a Cades, ya que el camino el último tramo de senda lo
recorre por carretera. La verdad es que la senda se nos empezó a hacer larga y
recordarnos a la ruta de los Puentes de Ucieda (a la cual alguno tiene pavor
por lo eterna que se hace, cuando estás haciendo “Los 10000 del Soplao”), pero
he de decir, que ir por la carretera hubiese sido mucho peor.
Cuando llegamos a Cades buscamos
una fuente, cosa que no había, aunque si que cuenta con pista de pádel. Tras
coger agua en una casa, comimos y nos preparamos para lo que nos esperaba a la
tarde, unos 13 kilómetros de carretera.
Caminando por la carretera, donde
alguno tubo que parara por el camino para estirar su maltrecha espalda, ante la
atónita mirada de un lugareño que se debió pensar que sufría problemas mayores,
llegamos al cruce que hay entre Quintanilla de Lamasón y Sobrelapeña. Aquí
tuvimos que debatir, ya que las fuerzas empezaban a escasear si ir a
Quintanilla a comprar la comida del día siguiente i jugárnosla a continuar en
dirección a Sobrelapeña para ir al albergue que estaba en La Fuente, un poco
más lejos aun. El problema era que no recordábamos si teníamos que retroceder
una vez en Quintanilla hasta el cruce en el que nos encontrábamos (ya que
implicaría un kilometro mas para nuestras piernas) o por el contrario podríamos
ir directamente hacia La Fuente desde Quintanilla. Pues bien el debate fue
zanjado cuando paso un coche al que preguntamos si había camino directo, y el
paisano la verdad es que nos animo diciéndonos que lo había y que en el
supermercado tendríamos de todo. La verdad es que en el supermercado había pocas
cosas donde elegir, aunque llamaba la atención la cantidad de cortaúñas que
tenían. Por lo menos unos de nosotros se hizo amigo de un gato un poco pulgoso,
de la que hacíamos la compra.
Una vez hecha la compra y
tentados con ir a las fiestas de Río, que eran esa noche, pusimos rumbo a
Sobrelapeña pasando por la iglesia de Quintanilla, lugar en el que dormimos
hace 10 años entre terribles ronquidos (una noche dura), para seguir por
carretera hasta La Fuente.
El albergue de La Fuente, que como siempre suele ocurrir, se encontraba al lado contrario del pueblo por el que llegamos, no acogió desde el primer momento gracias al trabajo del ayudante del hospitalero, una persona con gran experiencia en El Camino y en los albergues de peregrinos, ya que no era el primero en el que hacía de hospitalero. Poca gente se alojaba. Un italiano que compatió un compeed para poder tratar una de las ampollas que acumulábamos, y tres chicas que no llegamos a ver ya que llegaron de noche y cuando marchamos dormían junto con el siciliano. Un plato de potaje de verduras nos aportó la energía necesaria para recuperar la gastada en el día. La cama nos dió el descanso suficiente.
ETAPA 3: LA FUENTE – POTES
El desayuno fue más ligero de lo que estamos acostumbrados por lo que partimos ligeros como pájaros.
Esta era la etapa reina del camino, no la más larga pero si en la que mayor
desnivel hay que sortear, etapa que en la anterior ocasión no conseguimos
completar en su totalidad. Tras seguir las recomendaciones del ayudante de
hospitalero, subimos por la carretera hasta Burio y
cogimos la pista que al principio asciende muy pendiente para llegar a la
Collada de Hoz y bajar hasta Cicera. En Este pueblo nos damos cuenta que han
vuelto a modificar el camino respecto al del anterior Año Santo. Vemos que hay
una indicación en una señal de madera que indica hacia la derecha y que libra,
dando un rodeo una de las mayores subidas que hay que hacer. Nosotros como
somos muy burros y nos gusta seguir el original hacemos caso de las antiguas
flechas rojas, que aún se conservan pintadas en los muros, para adentrarnos por
el valle de Peñarrubia y subir al collado de Arceón donde tenemos como
recompensa una estupenda panorámica con Picos de Europa de fondo.
Bajamos hasta Lebeña, lugar en el
que la anterior vez tomamos una vía alternativa para llegar a Potes, pero esta
vez dispuestos a completar el camino en su totalidad, tras tomar las 11 para
reponer fuerzas y sellar la credencial en la iglesia de Santa María de Lebeña,
un ejemplo de arte mozárabe a nivel nacional, tiramos hacia Allende y de ahí, a
Cabañes por una pista, con bastante pendiente que sube zigzagueando hasta este
ultimo pueblo (mas tarde nos enteraríamos, por el quesero de Pendes, que había
otro camino por el río Rubejo era que comunicaba antiguamente ambos pueblos y
que era mucho más bonito que la pista por la que subimos. En Cabañes, tras otro
lío de cruces (Las nuevas indicaciones del Camino Lebaniego nos mandaban en
dirección Sotres, por lo que tuvimos que fiarnos de las antiguas flechas rojas
pintadas) fuimos hasta el Castañar de Pendes, lugar en el que comimos o mejor
dicho picamos algo, ya que no habíamos podido comprar pan ese día.
A la tarde lo que quedaba era
llegar a Potes, para ello tuvimos que bajar a la ermita de San Francisco y de
allí seguir la recta e interminable pista o carretera según el tramo que
llevaba a Potes, donde nos alojaríamos en el albergue, que es encontraba en los
míticos bajos de Potes que han pasado de lugar donde tomar copas a albergar a
peregrinos exhaustos. Completado queda la etapa más bonita y dura de todo el
Camino Lebaniego.
ETAPA 4: POTES – SANTO TORIBIO
Al fin el ultimo día, de nuestro
camino. Parece que hasta los dolores han mitigado y que se han repuesto
fuerzas, eso, o que solo quedan 3 kilómetros y llegamos. Tras buscar un sitio
en el que desayunar, comenzamos la subida hacia el monasterio de Santo Toribio
de Liébana, al que haciendo un último esfuerzo llegamos para certificar nuestro
camino, el cual, hasta la chica que puso el sello en la credencial que confirma
que lo hemos completado, se sorprendió que lo hiciéramos desde Santillana, en
vez de San Vicente, donde comienza la mayoría de personas. Al fin pudimos ver
la Santa Cruz y culminar la peregrinación.
En el camino hemos disfrutado con
cosas como los paisajes (mucho mejores que los del Camino de Santiago sin
duda), la compañía y la satisfacción de completar el camino tras los percances
que nos iban ocurriendo, pero no todo es bueno, como los codazos y prisas por
ver la Santa Cruz, los postes de wifi instalados por el Gobierno de Cantabria
que solo sirven para que esa casa de Cades, que se encuentra junto al poste,
tenga Wifi gratis (un gasto inútil, ya que solo se puedo usar están junto al
mismo poste y encima alguno no funcione) y lo peor de todo que haya
indicaciones que no marque bien el camino (incluido el de Santiago en los
mojones que marcan ambos caminos).
Por último agradecer a las
personas que han hecho posible que pudiésemos realizar este Camino Lebaniego
2017, con sus desplazamientos y vehículos.
¡¡¡BUEN CAMINO!!!
El resto de fotos en los álbumes del club, aquí.
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