martes, 11 de diciembre de 2018

Pico San Vicente desde Ramales

Tras reprogramar la ruta prevista al Pico Murcia, posponiéndolo para otro fin de semana con mejor previsión meteorológica en la zona, gracias a la aportación de Marcos decidimos decantarnos por la zona oriental de Cantabria, más concretamente por el valle del Asón. Y es a Ramales donde nos lleva la ruta en la que ascenderemos a la cima por excelencia del municipio: El Pico San Vicente (910m).

Esta ruta parte del otro lado del Río Gándara, el cual podemos franquear por el puente que hay al final del pueblo, pasada la gasolinera, o bien un poco antes, a mitad más o menos, por una de las calles antes del Ayuntamiento, que nos lleva junto a la Quesería Quesos Prama, hasta el puente que nos cruza el Gándara. Desde el cruce tras el puente podemos ver un puente romano, que no cruzaremos ya que tomaremos la vía que sube por el Gándara, junto al cartel explicativo de la ruta PR entre el barrio de San Vicente y Ramales. La diferencia es llevar el sendero que asciende junto a la orilla del río (que tomaremos de regreso) o uno un poco más alto, pero ambos rodean la base del San Vicente para alcanzar el barrio de Soba.

Hay varios senderos y pistas que se van cruzando, unos de acceso al río y otro a los barrios y zonas de pastos. Siempre debemos procurar dejar el San Vicente a la derecha y el Gándara a la izquierda. Después de 45 minutos llegamos al cruce que une ambos caminos, juntándose para llevarnos hacia Manzaneda.

Después de este cruce de caminos nuestro sendero se separa hacia Manzaneda ascendiendo por el bosque, dejando atrás el camino hacia incedo. Este cruce viene claramente señalizado por un poste ya que ambas rutas pertenecen a PR’s.

El camino desde este punto se endurece por el aumento de la inclinación, que no dará descanso ya hasta Manzaneda(Soba). Algo destacable, en esta zona en la que abundan las cavidades, es una cueva a la derecha del camino, que nos serviría a la vuelta para resguardarnos del viento para comer.

Pero no paramos aún y llegamos a Manzaneda, aunque no nos adentramos en el barrio ya que un cartel nos enfila directos hacia el San Vicente, marcando desde aquí 55 minutos (alguno más será…) Ya llevamos dos horas caminando y la costumbre de parar a almorzar empieza a hacerse más notable. Decidimos parar junto al camino para poder compartir “las once”, eso sí, a las 12:15h…

Tras el almuerzo ya solo queda ir siguiendo los hitos que nos llevan por una zona ya algo más técnica para ir subiendo y trepando hasta la cima del San Vicente. El viento cada vez se hace más presente y en la cima solo hace para tomar las fotos de rigor y comprobar que quedan restos de un misterio de los que se han independizado el niño con la mula y el buey. Un último vistazo a las vistas de la costa, Santander, Santoña, y de Soba, al sur, la Sía.

Dado el tiempo que nos ha llevado hasta ahora la ruta y sabiendo lo cortos que son los días en esta época del año, decidimos volver de nuevo hacia el Gándara y así recorrer el camino que va junto al río. 

La bajada es más rápida y el viento no nos da tregua para comer, por lo que volvemos a la cueva que vimos mientras ascendíamos y así, al resguardo de esta abertura de la montaña, compartimos la hora de la comida.

Ya una hora escasa nos queda, descubriendo que el camino de la orilla es mucho más bonito que el que tomamos para subir por la mañana, sin duda un buen aporte para cualquiera que quiera hacer esta ruta y como sugerencia ya que llevan al mismo sitio pero con un paisaje más agradable.

viernes, 26 de octubre de 2018

Puente del Pilar en Collado Jermoso

Tras preparar todo el material necesario (comprar piquetas para la tienda y prestar mochilas) los tres integrantes que hicimos esta ruta, quedamos para ir a desayunar a Los Tanagos cosa que cuando vamos a Picos de Europa siempre tratamos de hacer coincidir y después ir hasta Fuente Dé, donde afortunadamente no teníamos pensado tomar el teleférico ya que andaba parado debido al viento que hacia.


Comenzamos a andar entre las 9:30 y las 10 de la mañana, para hacer la ruta un poco mas larga y que requiriera un mayor esfuerzo, ya que no teníamos pensado subir ninguna cima, subimos por la vertical canal de La Jenduda aprovechando para matar dos pájaros de un tiro... que yo la subiese de una vez (aun nunca la había subido) y que Javi, al fin guiara en una ruta. Nos sorprendió ver mucha gente por aquí pero se debía a lo anteriormente comentado del cierre del teleférico.

Una vez terminamos de subir tomamos “las 11” buscando un lugar para refugiarnos del viento, pues aunque hacia sol, si te quedabas al viento se notaba el frío. Con la primera parte de la ruta completada, ahora tocaba subir hasta la colladina de las Nieves por la canal de San Luis, donde vimos un montón de rebecos durante todo el camino.

Cuando llegamos a esta tuvimos que buscar otro lugar refugiado del viento para poder comer y ya con tranquilidad encarar la ultima parte de la ruta. Aun nos quedaba el breve descenso hasta el final de la Vega de Liordes en el que tuvimos un despiste de no encontrar los jitos que nos guiaban el camino (y eso que han pintado nuevas marcas de color rojo sobre las piedras para mayor facilidad a la hora de seguir el camino, pero nos falto la siesta y andábamos dormidos, menos mal que conocíamos el camino) para posteriormente subir las colladinas hasta pasar el cruce a Tiro Casares (muy bien indicado con estas marcas de pintura y otra cosa aun pendiente para mi) y vislumbrar el refugio Diego Mella o Collado Jermoso (nombre del collado en el que se ubica). Desde allí ya solo quedaba descender hasta el refugio.


Una vez llegamos al refugio nos dijeron que no quedaban plazas para dormir, por lo que cargar con una tienda mereció la pena, sin embargo la noche de viento e incomodidad absoluta que pasamos nos recordó que para la próxima vez, hay que reservar cuanto antes (el refugio estaba completo y había gente que lo tenia reservado con un mes de antelación). Así todo cenamos en el refugio y conocimos gente como siempre que vas a estos sitios e incluso recomendamos a alguno algún descenso diferente al camino que habían tomado para llegar hasta Collado Jermoso. Otra de las cosas que tenemos pendiente, es ver la puesta de sol sobre el macizo occidental de Picos desde allí, pues aunque subimos a la Torre Jermoso (pequeña cima sobre el refugio) las nubes que fueron cubriendo el cielo al atardecer nos impidieron la vista de esta.

A la mañana siguiente nos levantarnos tarde (sobre las 9) ya que esa mala noche hizo que la mayoría de nosotros solamente durmiésemos unas 3 horas de seguido, excepto uno que aunque decía que había dormido fatal y poquísimo, algún ronquido se le escuchaba de vez en cuando (y los dos que estábamos despiertos sabemos quien era, porque ahora lo negará). Despertarnos tan tarde implicó que salimos los últimos de Collado Jermoso. Pese a eso, desayunamos recogimos nuestros bártulos y para cuando llegamos a la Vega de Liordes ya habíamos alcanzado a unos cuantos, incluso recuperando un saco de dormir de algún despistado que lo perdió por el camino y al que mas tarde encontraríamos. 


Atravesamos la Vega de Liordes a derecho, con cuidado de que algún mastín que había cuidando ganado no la tomara con nosotros, para posteriormente hacer la breve subida hasta la collada de Pedabejo. Casi en la collada, nos dimos cuenta que en vez de bajar a la vega, un camino (por el que venia casi todo el mundo, incluidos algunos de los que pasaron la noche en el refugio) la bordeaba por la derecha lo que nos hubiese evitado hacer esta breve ascensión, pero bueno... así hacíamos un poco de hambre. Descendimos por la canal de Pedabejo que para alguno también era nueva y desde allí a la pista (que siempre se hace eterna) que nos llevaría hasta Fuente Dé, donde nos esperaba el coche para ir a darnos un homenaje comiendo un cocido lebaniego junto con Mario Bolivar y su novia Lucia que estuvieron haciendo la ruta de El Cable a Espinama, por Áliva, todo un clásico de lobatos y alitas (los que hayan sido scouts lo comprenderán), para recuperar las calorías gastadas en la ruta, no vaya a ser que adelgacemos haciendo una ruta.

sábado, 28 de julio de 2018

Punta Lucero - Ciérvana

El pasado domingo 1 de julio nos reunimos para otra convocatoria de ruta gastro-familiar, en esta ocasión en el entorno de la Playa de la Arena. El objetivo es alcanzar Punta Lucero y reconocer el búnker que allí queda, con sus cañones para la defensa de la entrada al puerto de Bilbao.

La ruta escogida parte del puerto de Cíervana. Pero por suerte al parar en el barrio de La Cuesta para comprobar el punto de partida nos dimos cuenta que la ruta circular pasaba por este punto, por lo que decidimos partir de este.

El comienzo no dejó indiferente a nadie. Pese a que la inclinación no es grande, transcurre por un sendero que se va estrechando y, al estar bastante cubierto, mantiene humedad, lo que hace que resbale ligeramente, más cuando los días previos había estado lloviznando.

En el momento en el que se llega a tener visibilidad del puerto de Bilbao, dado lo despejado ya del camino, además de disfrutar más de este paseo, permite tranquilizar más a los que menos preparados habían venido, por contar con una ruta tan fácil que un calzado deportivo era suficiente. Y lo es, siempre que el calzado tenga una suela apropiada para caminar con vegetación y sin resbalar.

Pronto comenzamos a ver los restos de las construcciones de defensa que se mantienen en pie aún. Alcanzamos la cima, Punta Lucero, 307metros. Pero antes de de comenzar a descender no podemos pasar sin recorrer los túneles bajo el monte que conectan los diferentes nidos de los cañones, oxidados pero aún en pie, que aún vigilan desde la costa todo aquello que se acerca desde alta mar.

Un grupo de excursionistas nos aconsejan bajar directamente hacia la playa y así disfrutar de los chiringuitos en lugar de volver a La Cuesta, aunque eso supone que alguien tendrá que volver a por los coches. La idea es buena así que tomamos camino hacia la playa directamente. Un atajo nos hace perder altura de forma más rápida, de ahí que se llame atajo... y aunque no gusta a todos, hace que en pocos minutos lleguemos a La Arena. El tiempo no acompaña y se oculta el sol. Antes de que nos demos cuenta un chaparrón de verano hace que la comida sea más accidentada pero eso no empaña la ruta. Con los coches ya en La Arena, nos despedimos hasta la próxima.

Ver todas las fotos aquí.

domingo, 14 de enero de 2018

RAQUETADA POR PEÑA RUBIA Y PEÑA ASTIA

Tras las fiestas navideñas nos fuimos a hacer la primera ruta del año y a desempolvar las raquetas que el año anterior no las llegamos a usar debido a la poca nieve que hubo. El objetivo era hacer Peña Sestil, pero al final no fue este pico el que hicimos, ya que tras comprobarlo posteriormente en casa, lo que alguno pensábamos que era Peña Sestil, se convirtió en Peña Astía.
Este día toco madrugar y no desayunar de camino (cosa rara, pero justificada) hacia la zona de Brañosera, primer ayuntamiento de España, dato que siempre que venimos a esta zona comentamos pero que después se nos olvida, hasta que lo volvemos a leer cuando regresamos y lo contamos como si nunca hubiésemos hablado de ello. El lugar de comienzo de nuestra ruta, concretamente era el aparcamiento de La Collada que está antes de llegar al Refugio de El Golobar que es lo que queda del proyecto que hubo por los años 70 de construcción de una estación de esquí y un parador.

De camino nos encontramos con bastante nieve en el tramo entre Espinilla y el cruce hacia El Golobar, lo que hicimos que tuviésemos que ir muy despacio, por precaución y sobretodo a partir del cruce, es más, no pudimos continuar por la carretera que accede al aparcamiento, con el coche, porque estaba cubierta por nieve, no llevábamos cadenas y la quitanieves aun no había pasado. Además en el cruce no había hueco para dejar el coche, por lo que acabamos bajando a Brañosera para aparcar el coche. Una vez conseguimos llegar y aparcar comenzamos a andar con frío (el coche marcaba -6° C) de manera algo perezosa ya que todo lo que habíamos descendido en coche hasta Brañosera, ahora teníamos que subirlo andando y llega hasta el aparcamiento de La Collada (unos 4 kilómetros y medio por carretera).
En la Collada nos ponemos las raquetas y comenzamos a realizar la ruta como teníamos pensado. Desde aquí subimos a derecho junto a un vallado, buscando el mejor camino, por un terreno un poco incomodo, ya que bajo la nieve había matorral y a veces se nos hundían las raquetas más de la cuenta. Al final de esta subida, se encontraba la cima de Peña Rubia, que se distinguía por un gran jito de piedras.
Continuamos por la arista de la Sierra de Hijar, hacia la cima de lo que pensábamos que era Peña Sestil, pero buscando un lugar donde cubrirnos del viento para tomar las 11. Tras un rato andando, hacemos una pequeña subida hasta la cima de la que resulto ser Peña Astía. Allí miramos la hora y comprobamos que vamos a estar muy justos para llegar a comer a Brañosera (es que es hablar de Brañosera y pensar Casa Cholo) donde habíamos reservado a las 3 de la tarde, ese era el motivo por el cual no habíamos desayunado por el camino, para que nos diese tiempo a llegar a comer y así todo, ya estábamos justos de tiempo, así que teníamos que buscar la alternativa para bajar lo mas a derecho posible.

En un principio la ruta original que pensábamos hacer era bajar a El Golobar y de allí ir al aparcamiento de La Collada donde supuestamente deberíamos tener el coche, pero debido a las circunstancias, en vez de esto, continuamos hasta el collado que hay justo antes de hacer la cima del Valdecebollas, aunque alguno parece que subió sin que el resto nos diésemos cuenta (se parece a Flash) y desde allí bajar hacia la izquierda por lo que parecía una pista tapada por la nieve.



Por cierto, para llegar a este collado se bordea Peña Sestil o Sestil Alto, por la derecha y al descender hacia la izquierda acabamos rodeando el pico que teníamos como objetivo cuando salimos de casa, aunque nos falto hacer cima. Bajando por la pista, aunque en algún tramo no sabíamos muy bien por donde iba, ya que estaba cubierta por la nieve, aceleramos el paso, al menos los que no teníamos problemas con las raquetas ya que a “Flash” no se le ajustaban bien y se le salían. Tuvimos que atravesar un par de vaguadas, lo cual, fue bastante desesperante, porque cuando parecía que ya casi estábamos, la pista cambiaba de dirección para hacerlo.


Finalmente tras una bajada que se hizo muy larga llegaríamos a Brañosera y además justo a tiempo para comer, así que nos salió todo redondo, salvo la confusión de cimas. Para ser la primera ruta del año y primer contacto con las raquetas y la nieve en más de un año, no ha estado nada mal e hicimos bien de hambre para darnos un homenaje donde Cholo.