Tras preparar todo el material necesario (comprar piquetas para la tienda y prestar mochilas) los tres integrantes que hicimos esta ruta, quedamos para ir a desayunar a Los Tanagos cosa que cuando vamos a Picos de Europa siempre tratamos de hacer coincidir y después ir hasta Fuente Dé, donde afortunadamente no teníamos pensado tomar el teleférico ya que andaba parado debido al viento que hacia.
Comenzamos a andar entre las 9:30 y las 10 de la mañana, para hacer la ruta un poco mas larga y que requiriera un mayor esfuerzo, ya que no teníamos pensado subir ninguna cima, subimos por la vertical canal de La Jenduda aprovechando para matar dos pájaros de un tiro... que yo la subiese de una vez (aun nunca la había subido) y que Javi, al fin guiara en una ruta. Nos sorprendió ver mucha gente por aquí pero se debía a lo anteriormente comentado del cierre del teleférico.
Una vez terminamos de subir tomamos “las 11” buscando un lugar para refugiarnos del viento, pues aunque hacia sol, si te quedabas al viento se notaba el frío. Con la primera parte de la ruta completada, ahora tocaba subir hasta la colladina de las Nieves por la canal de San Luis, donde vimos un montón de rebecos durante todo el camino.
Cuando llegamos a esta tuvimos que buscar otro lugar refugiado del viento para poder comer y ya con tranquilidad encarar la ultima parte de la ruta. Aun nos quedaba el breve descenso hasta el final de la Vega de Liordes en el que tuvimos un despiste de no encontrar los jitos que nos guiaban el camino (y eso que han pintado nuevas marcas de color rojo sobre las piedras para mayor facilidad a la hora de seguir el camino, pero nos falto la siesta y andábamos dormidos, menos mal que conocíamos el camino) para posteriormente subir las colladinas hasta pasar el cruce a Tiro Casares (muy bien indicado con estas marcas de pintura y otra cosa aun pendiente para mi) y vislumbrar el refugio Diego Mella o Collado Jermoso (nombre del collado en el que se ubica). Desde allí ya solo quedaba descender hasta el refugio.
Una vez llegamos al refugio nos dijeron que no quedaban plazas para dormir, por lo que cargar con una tienda mereció la pena, sin embargo la noche de viento e incomodidad absoluta que pasamos nos recordó que para la próxima vez, hay que reservar cuanto antes (el refugio estaba completo y había gente que lo tenia reservado con un mes de antelación). Así todo cenamos en el refugio y conocimos gente como siempre que vas a estos sitios e incluso recomendamos a alguno algún descenso diferente al camino que habían tomado para llegar hasta Collado Jermoso. Otra de las cosas que tenemos pendiente, es ver la puesta de sol sobre el macizo occidental de Picos desde allí, pues aunque subimos a la Torre Jermoso (pequeña cima sobre el refugio) las nubes que fueron cubriendo el cielo al atardecer nos impidieron la vista de esta.
A la mañana siguiente nos levantarnos tarde (sobre las 9) ya que esa mala noche hizo que la mayoría de nosotros solamente durmiésemos unas 3 horas de seguido, excepto uno que aunque decía que había dormido fatal y poquísimo, algún ronquido se le escuchaba de vez en cuando (y los dos que estábamos despiertos sabemos quien era, porque ahora lo negará). Despertarnos tan tarde implicó que salimos los últimos de Collado Jermoso. Pese a eso, desayunamos recogimos nuestros bártulos y para cuando llegamos a la Vega de Liordes ya habíamos alcanzado a unos cuantos, incluso recuperando un saco de dormir de algún despistado que lo perdió por el camino y al que mas tarde encontraríamos.
Atravesamos la Vega de Liordes a derecho, con cuidado de que algún mastín que había cuidando ganado no la tomara con nosotros, para posteriormente hacer la breve subida hasta la collada de Pedabejo. Casi en la collada, nos dimos cuenta que en vez de bajar a la vega, un camino (por el que venia casi todo el mundo, incluidos algunos de los que pasaron la noche en el refugio) la bordeaba por la derecha lo que nos hubiese evitado hacer esta breve ascensión, pero bueno... así hacíamos un poco de hambre. Descendimos por la canal de Pedabejo que para alguno también era nueva y desde allí a la pista (que siempre se hace eterna) que nos llevaría hasta Fuente Dé, donde nos esperaba el coche para ir a darnos un homenaje comiendo un cocido lebaniego junto con Mario Bolivar y su novia Lucia que estuvieron haciendo la ruta de El Cable a Espinama, por Áliva, todo un clásico de lobatos y alitas (los que hayan sido scouts lo comprenderán), para recuperar las calorías gastadas en la ruta, no vaya a ser que adelgacemos haciendo una ruta.
Una vez terminamos de subir tomamos “las 11” buscando un lugar para refugiarnos del viento, pues aunque hacia sol, si te quedabas al viento se notaba el frío. Con la primera parte de la ruta completada, ahora tocaba subir hasta la colladina de las Nieves por la canal de San Luis, donde vimos un montón de rebecos durante todo el camino.
Cuando llegamos a esta tuvimos que buscar otro lugar refugiado del viento para poder comer y ya con tranquilidad encarar la ultima parte de la ruta. Aun nos quedaba el breve descenso hasta el final de la Vega de Liordes en el que tuvimos un despiste de no encontrar los jitos que nos guiaban el camino (y eso que han pintado nuevas marcas de color rojo sobre las piedras para mayor facilidad a la hora de seguir el camino, pero nos falto la siesta y andábamos dormidos, menos mal que conocíamos el camino) para posteriormente subir las colladinas hasta pasar el cruce a Tiro Casares (muy bien indicado con estas marcas de pintura y otra cosa aun pendiente para mi) y vislumbrar el refugio Diego Mella o Collado Jermoso (nombre del collado en el que se ubica). Desde allí ya solo quedaba descender hasta el refugio.
Una vez llegamos al refugio nos dijeron que no quedaban plazas para dormir, por lo que cargar con una tienda mereció la pena, sin embargo la noche de viento e incomodidad absoluta que pasamos nos recordó que para la próxima vez, hay que reservar cuanto antes (el refugio estaba completo y había gente que lo tenia reservado con un mes de antelación). Así todo cenamos en el refugio y conocimos gente como siempre que vas a estos sitios e incluso recomendamos a alguno algún descenso diferente al camino que habían tomado para llegar hasta Collado Jermoso. Otra de las cosas que tenemos pendiente, es ver la puesta de sol sobre el macizo occidental de Picos desde allí, pues aunque subimos a la Torre Jermoso (pequeña cima sobre el refugio) las nubes que fueron cubriendo el cielo al atardecer nos impidieron la vista de esta.
A la mañana siguiente nos levantarnos tarde (sobre las 9) ya que esa mala noche hizo que la mayoría de nosotros solamente durmiésemos unas 3 horas de seguido, excepto uno que aunque decía que había dormido fatal y poquísimo, algún ronquido se le escuchaba de vez en cuando (y los dos que estábamos despiertos sabemos quien era, porque ahora lo negará). Despertarnos tan tarde implicó que salimos los últimos de Collado Jermoso. Pese a eso, desayunamos recogimos nuestros bártulos y para cuando llegamos a la Vega de Liordes ya habíamos alcanzado a unos cuantos, incluso recuperando un saco de dormir de algún despistado que lo perdió por el camino y al que mas tarde encontraríamos.
Atravesamos la Vega de Liordes a derecho, con cuidado de que algún mastín que había cuidando ganado no la tomara con nosotros, para posteriormente hacer la breve subida hasta la collada de Pedabejo. Casi en la collada, nos dimos cuenta que en vez de bajar a la vega, un camino (por el que venia casi todo el mundo, incluidos algunos de los que pasaron la noche en el refugio) la bordeaba por la derecha lo que nos hubiese evitado hacer esta breve ascensión, pero bueno... así hacíamos un poco de hambre. Descendimos por la canal de Pedabejo que para alguno también era nueva y desde allí a la pista (que siempre se hace eterna) que nos llevaría hasta Fuente Dé, donde nos esperaba el coche para ir a darnos un homenaje comiendo un cocido lebaniego junto con Mario Bolivar y su novia Lucia que estuvieron haciendo la ruta de El Cable a Espinama, por Áliva, todo un clásico de lobatos y alitas (los que hayan sido scouts lo comprenderán), para recuperar las calorías gastadas en la ruta, no vaya a ser que adelgacemos haciendo una ruta.
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